1º de mayo de 1951
Queridos trabajadores:
Yo quiero que ustedes me autoricen, que me den la plenipotencia maravillosa y eterna de todos los trabajadores, de todas las mujeres, de todos los humildes, en una palabra, la de todos los descamisados.
Yo quiero que ustedes me autoricen; ustedes que aquí, en esta vieja plaza de nuestras glorias, representan al auténtico pueblo que en 1810, empujando las puertas del Cabildo y gritando "queremos saber de qué se trata", conquistaron su derecho de libertad y de soberanía. Yo quiero que ustedes me autoricen para que diga lo que ustedes sienten; ustedes que, a través de un siglo de oligarquía, de entrega, de explotación, sufrieron la amargura infinita de ver a la patria humillada y sometida por sus propios hijos. No, no eran sus hijos. No, por sus venas no corría sangre de argentinos; por sus venas corría sangre de traidores. Yo quiero que ustedes me autoricen para que diga con pocas palabras, con mi escasa elocuencia, lo que ustedes sienten, lo que ustedes quieren que le diga en este día maravilloso de los trabajadores, al general Perón y al pueblo.Y en este mundo de hoy, para poder decir también hay que saber manejarse por correo electrónico. La casilla de la Fundación Eva Perón rebosa de vuestras consultas, pedidos y solicitudes. Y muchos trabajadores me preguntan: "¿Cuál es el mejor programa para enviar y recibir mis correos?, ¿Cuál es la alternativa justicialista al Outlook de los oligarcas?". Y en esta Plaza, les vuelvo a ofrecer cinco alternativas libres por cada programa privativo.
Ustedes, que pueden hablar de frente, con la frente bien alta, a la Patria y a Perón, porque ustedes vieron en Perón la última esperanza de la patria y lo siguieron, como se sigue solamente a una bandera, dispuestos a morir por ella o a triunfar con su victoria; ustedes, que tienen derecho a hablar de frente con la Patria y con Perón, porque ustedes, igual que yo, lo siguieron apretando los dientes de rabia y de coraje cuando la oligarquía sin patria ni bandera quiso dejarnos a nosotros también sin patria ni bandera, robándonos el derecho de seguirlo a Perón hasta la muerte; ustedes que pueden hablar de frente con Perón, porque siempre llevarán en el corazón encendido, el fuego de las antorchas que prendimos con los diarios y las revistas para festejar la victoria del 17 de octubre de 1945; ustedes, solamente ustedes, pueden dar a mis palabras el fuego, la fuerza infinita que yo quiero tener, que yo desearía tener para decirle al líder, para decirle al mundo, para decirle a la patria, cómo lo siguen, cómo lo quieren los trabajadores a Perón. Por eso trabajadores les presento el Thunderbird, el cliente de correo de Mozilla para que ese mensaje llegue, simplemente, transparentemente.
Pero sé que algunos de ustedes, que son un poco más Geeks necesitan un cliente que les permita configurar más las cosas, menos lindo y más compañero de ruta. A ustedes les sugiero el Claws Mail que les permitirá configurar SSL, POP, IMAP y es livianito para no sobrecargar a vuestra máquina.
Por el otro lado, tenemos a los compañeros que han llegado a tener una Pyme con créditos del Banco Nación, compañeros cooperativistas, que necesitan calendario, agenda, citas, eventos. Para ellos tenemos el Evolution, un señor cliente de correo que les permitirá ordenar vuestras tareas de manera armoniosa y justicialista.
Pero el otro día, el ingeniero Emile Dewoitine, responsable del proyecto Pulqui, me decía: "Compagnerá no se oglvide de los cientificós que gno queguemos entognos graficós". Y para esos minimalistas, esos amantes de la consola, les sugiero desde mi corazón peronista el cliente de correo mutt que será la delicia de los simples.
Y dejo para el final a mis queridos trabajadores de la CGT. Ellos necesitan herramientas colaborativas del tipo groupware, si se me permite la expresión. Y para ellos el software libre también tiene su respuesta queridos compañeros: El Zimbra
Como verán, queridos descamisados, tenemos soluciones para todos. Cinco por uno, como manda el General Perón. Yo no tengo elocuencia, pero tengo corazón; un corazón peronista y descamisado, que sufrió desde abajo con el pueblo y que no lo olvidará jamás, por más arriba que suba. Yo no tengo elocuencia, pero no se necesita elocuencia para decirle al general Perón que los Trabajadores, la Confederación General del Trabajo, las mujeres, los ancianos, los humildes y los niños de la patria no lo olvidarán jamás, porque nos hizo felices, porque nos hizo dignos, porque nos hizo buenos, porque nos hizo querernos los unos a los otros, porque nos hizo levantar la cabeza para mirar al cielo, porque nos quitó de la sangre el odio, la amargura y nos infundió el ardor de la esperanza, del amor y de la vida.
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Querido/a descamisado/a:
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